lunes, 16 de agosto de 2010

Te conseguí la luz del Sol a media noche, y el número después del infinito; e instalé la osa mayor en tu di adema, y tú seguías ahí como si nada. Endulcé el agua del mar para tu sed, te alquilé el cuarto menguante de la Luna, y como buen perdedor busqué en la cama, las cosas que el amor no resolvía.
Y como duele, que estés tan lejos, durmiendo aquí, en la misma cama. Como duele, tanta distancia, aunque te escucho respirar estás a cientos de kilómetros.

Y duele quererte tanto, fingir que todo está perfecto mientras duele, gastar la vida tratando de localizar lo que hace tiempo se perdió.

Acabé con los jardines por tus flores, inventé la alquimia contra la utopía y he llegado a confundir con la ternura, la lástima con que a veces me miras. Que triste es asumir el sufrimiento, patético es creer que una mentira convoque a los duendes del milagro, que te hagan despertar enamorado.
Y como duele, que estés tan lejos, durmiendo aquí, en la misma cama. Como duele, tanta distancia, aunque te escucho respirar estás a cientos de kilómetros.

Y duele quererte tanto, fingir que todo está perfecto mientras duele, gastar la vida tratando de localizar lo que hace tiempo se perdió.

Porque nos duele tanta distancia, fingir que todo está perfecto mientras sientes que te duele. Gastar la vida, durmiendo aquí en la misma cama, como duele

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